Muchos practicantes prefieren realizar sus rituales o agradecimientos al aire libre, en medio de la naturaleza, pero para la mayoría de nosotros esto no es posible y por ello nuestro trabajo se realiza en interiores.
Para ello necesitamos delimitar una zona en la que estar protegido, aislado de energías externas y realizar todo de forma segura; este espacio que creamos se llama círculo mágico.
Scott Cunningham señala unos 3 metros de diámetro como el tamaño estándar para este círculo, pero dice que cualquier tamaño cómodo está bien.
Para construirlo se utiliza el poder personal y la energía se dirige con el athame, creando así una esfera de energía que envuelve el área de trabajo; puedes poner algo en el suelo para visualizar mejor sus límites: una cuerda, velas, dibujarlo con tiza o lo que más te guste.
Al norte se puede poner un pentáculo, una copa con tierra o sal, ya que el elemento dominante del norte es precisamente la tierra, un elemento de estabilidad, fertilidad y nutrición.
Hacia el este, se debe colocar el incensario con incienso encendido, para simbolizar el elemento aire, un elemento de la mente, comunicación, movimiento, adivinación y espiritualidad.
Al sur, una vela para el fuego, elemento de transformación, pasión, cambio, éxito, salud y fuerza.
Al oeste, una taza o vaso de agua para representar el agua, un elemento de las emociones, la mente psíquica, el amor, la curación, la belleza y la espiritualidad emocional.
Una vez colocados los objetos, puede comenzar el verdadero ritual.
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